#DiarioDeUnaPandemia
de Marina Molano San Miguel
Hoy,
como siempre,
el sol ha salido.
Y los pájaros lo han cantado.
Me he despertado, me he levantado,
he ido al baño, me he lavado y luego,
he desayunado.
Como siempre. Como siempre hago.
Me he puesto a escribir.
Hoy,
como siempre,
El sol ha salido incluso mejor que ayer.
Y el cielo está de un celeste marino andaluz.
Uno de esos días para meterse
con él hasta el fondo.
Pero yo no estaré en esa instantánea.
Yo me quedaré en casa.
Como siempre. Como siempre hago.
Me he puesto a escribir.
Hoy,
como ayer,
a las mujeres nos han encerrado.
De niña te encierra tu madre.
De joven te encierra tu padre.
De mayor eres tú misma la que te encierras.
¡Encerradas!
Por amor, por cultura,
por desconocimiento, por locura,
por injusticia, por dictadura,
por intolerancia, por incomprensión,
por violencia, por tradición,
por complejo, por discriminación,
por herencia, por poder,
por desigualdad, por mujer,
¡Encerradas sin salir!
¡Encerradas a esperar!
Hoy,
como ayer,
el sol no ha salido.
Y los pájaros están que trinan.
Me he despertado, me he levantado,
he ido al baño, me he lavado y luego
he desayunado.
Como siempre. Como siempre hago.
Me he puesto a escribir.
Hoy,
como ayer,
he puesto la televisión de fondo,
para que me haga de compañía.
No hay peor ruido que el que no se oye.
Hoy,
el sol brilla por su ausencia.
Y la lluvia cae como telón de fondo.
Mis agapornis me piden piando,
que les quite ya el trapo
que yo al anochecer
por encima les pongo.
Y como siempre,
he hecho lo de siempre.
Me he despertado, me he levantado,
he ido al baño, me he lavado y luego
he desayunado.
Pero no en este orden.
Como siempre. Como siempre hago.
Me he puesto a escribir.
Las ventanas tienen doble cristal.
La casa es una pecera.
El aire le da la forma.
¿Soy acaso yo un pez?
Hoy
El sol sigue sin hacer acto de presencia.
Y la lluvia le ha cogido gusto al papel.
La televisión repite incansablemente
una sola noticia a modo de señal,
un mensaje que no descodifico.
Me he puesto a escribir.
Fuera afuera sólo existe una calle,
inmóvil, como una fotografía vieja.
El trino de los pájaros le insufla
los sonidos y la revive.
Hoy,
las hojas cubren la calle
hasta hacerla desaparecer;
la naturaleza se expande
sin la constante
presencia humana. (La envidio)
Hoy,
como siempre,
la espera es el modus vivendi.
Hoy,
el aire tiene barrotes.
Y la casa huele a mí,
manchada de mi presencia.
Hoy,
estoy por todas partes
recreando un mundo que ya no veo.
Hoy,
lo que no alcanzo a ver,
ha dejado de existir.
Hoy,
mis agapornis revolotean asustados
cuando me acerco a su jaula.
Como si yo no fuera yo,
como si fuera otro animal, salvaje.
Todo sigue igual.
Pero nada parece lo mismo.
Hoy,
el sol está
completamente desaparecido
y la lluvia no cesa de caer.
Hoy,
Los pájaros han gritado.
Yo,
he gritado con ellos.
Como siempre. Como siempre hago.
Me he puesto a escribir. Escribo.
En la cueva lo que se siente
se multiplica
y el rugir se hace eco.
Hoy,
la televisión
es la luz que brilla,
en el día
y en la noche oscura.
Hoy,
la señal claramente nos dice:
Vas a morir.
Hoy,
como ayer,
yo,
espero.
Hoy,
como siempre,
estoy muerta porque no me muevo
yo… … … … … … … … … … … ...
Hoy,
el sol ha salido de nuevo.
Yo,
lo siento recorrer,
lugares de mi cuerpo.
Hoy,
ha amanecido
porque los pájaros lo han cantado.
Yo,
he cantado con ellos.
Hoy es Hoy,
si me levanto
o si me acuesto.
Hubo un ayer
y habrá un mañana.
Pero Hoy siempre será Hoy.
La espera es la verdadera rutina.
Solo la acción nos libera.
Abro de par en par las ventanas,
y con el cuerpo totalmente fuera,
veo más allá,
¡y vuelo!
Hoy. Hoy. Hoy. Tantos,
como días de confinamiento,
la televisión continuó emitiendo
la macabra señal
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Marina Molano San Miguel