HISTORIA DE UN HÉROE OLVIDADO
de María Àngeles Valverde Fernández “Marsale”
Si, te lo cuento. Sucedió de un día para otro. Estaba yo en mi casa, tan tranquilo, en un cajón del mueble del baño. Y de pronto me sacaron con premura y comenzaron a frotarme entre las manos con mucha rapidez. ¡No entendía nada!
A cada rato, venían y me refregaban hasta sacarme espuma, y yo me sentía las olas del mar. Algunos me cantaban “cumpleaños feliz” una o dos veces hasta que me desparramaba entre sus dedos. ¡Qué locura! Como pasan los años y yo ni me había enterado.
Había quienes con un tono más serio, no decían nada, distraídos me pasaban de una mano a otra, como a un trapecista. ¡Sentía un vértigo terrible!
En algunos momentos me cogían y me apretaban fuerte, con angustia. ¡Uf que dolor! Como pidiéndome que les salvase la vida. ¡Ay, por dios! ¡Qué responsabilidad!
Algunas personas tranquilamente se deleitaban con mi olor y disfrutaban con mi tacto. Me llevaban a la nariz y me hacían cosquilla. ¡Uff! ¡Achis!
Otras entretenidas y en su mundo, murmuraban mientras me tenían entre sus manos y me decían: anda, a ver si me quitas este posible contagio de otras personas, porque he tocado el picaporte de la puerta, la bolsa de plástico, el papel de estraza de la tienda de comestible y, seguían con una cantinela de cosas al tiempo que me frotaban por todas esas superficies, algunas muy desconocidas para mí. ¡Uff, que cansancio todo el día trajinándome! ¡Ni que yo pudiese eliminar los miedos! ¡Me dejaban exhausto!
Sin embargo, había quienes se sentían apenados al tenerme en sus manos, ya que querían conservar las sensaciones que habían quedado impregnadas en su piel, de los contactos con sus seres queridos, y que se escurrían con mi presencia. ¿Cómo sentir de nuevo? ¿Las manos churretosas de sus hijos, la suavidad de unos cabellos, el roce de otra piel, la arruga de la ternura envejecida? Y, otras percepciones que continuaban impregnadas adentro.
Finalmente tengo que decir que todas estas experiencias tan variadas, mágicas y a veces curiosas por no decir extrañas, eran efímeras, ya que junto con mi compañera el agua, se escabullían por los diversos desagües y me dejaban en el vacío.
María Àngeles Valverde Fernández “Marsale”-Bases y relatos recibidos-
