LA CATI
de Paco Aragón
La Cati siempre estaba triste, hasta cuando movía el rabo su mirada era amarga.
La Cati era mi perra, y se llamaba como mi hermana mayor por que nacieron el mismo día.
A mi hermana la llamamos Catalina. La Cati estaba vieja y arrastraba su pena con paciencia.
Me crió ella, la Cati, bueno ella y mi hermana. Madre murió al parirme. Padre cuando se emborrachaba, aullaba llamando a madre y decía que fui yo quien la mató; mi cabeza era tan grande que no podía salir y por eso murió. Eso me ponía triste, entonces me acurrucaba junto a la Cati, con mi cabeza en su barriga caliente y me dormía, hasta que venía mi hermana y me llevaba a la cama.
Había días en que la Cati se iba, desaparecía, entonces era cuando más triste me ponía, se me olvidaba respirar, me llevaban al médico y me mandaban cosas. Cuando aparecía la Cati, el aire volvía con ella, pero mi padre le pegaba en el morro con una tabla y la Cati chillaba.
Mi padre le gritaba.
-Ya viene otra vez preñá, perra que eres una perra.
Luego la encerraba en el patio a lamerse los tablazos y se metía entre los muebles viejos que están arrumbaos contra el muro, allí donde la Cati siempre paría a sus cachorros. Cuando eso ocurría, mi padre agarraba a los perritos, los metía en una talega con piedras y los tiraba al rio. Entonces la tristeza de la Cati no tenía nombre y no había aire en el mundo para los dos.
Una noche padre me despertó.
-Acompáñame
-¿A dónde?
-Al rio
-¿Para qué?
-La Cati ha muerto y yo solo no puedo con la talega.
Atravesamos el pueblo a oscura, arrastrando el cuerpo de la Cati hasta el embarcadero. La pusimos al fondo del bote, junto a la popa. Remamos hasta el centro del rio.
-Quiero verla.
Mi padre abrió la talega y allí estaban los ojos de la Cati, vacios, sin luz, tristes. Cerró la talega y la lanzamos de golpe al agua. La Cati hundiéndose hasta el fango, a juntarse con sus cachorritos.
De vuelta a casa, mi hermana me esperaba. Me tomó en sus brazos.
-Ven, es de noche aún, duerme conmigo.
-Catalina.
-¿Qué?
-¿Puedo llamarte Cati?
-Claro cariño.
Puse mi cabeza en su barriga caliente y después me dormí.
Paco Aragón-Bases y relatos recibidos-
