Asociación Científico-Cultural Cisco de Picón


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Primer Concurso de Relatos Breves

EL BURRO DEL RÍO SUTJESKA "Relato épico basado en un hecho real"
de Carlos Javier Ordoño Rodríguez


Sutjeska: Pequeño río de montaña. De solo 35 kilómetros de recorrido. Nace a 1.500 metros de altitud y discurre de sur a norte hasta desembocar en el río Drina, que concluirá bastante después, a su vez, en el Danubio. Su cuenca se enclava en la Alta Bosnia, muy cerca de Herzegovina y de Montenegro.

Erase que se era una vez en la antigua Yugoslavia. En un país troceado, ocupado, asolado por la Nazis y sus aliados diversos… Perdidos en las anfractuosidades del macizo del Durmitor, en las más salvajes espesuras de Montenegro. Un ejército de 22.000 guerrilleros partizan; los defensores de “La Idea”. Se recuperan, descansan, lamen sus hemorragias, portan consigo a sus miles de heridos, porque nunca jamás abandonan ni a uno solo, supervivientes de tantas cruentas campañas. Tercos y empecinados, correosos y dispuestos, siempre los desheredados del mundo, los que tienen bien poco que perder. Apenas se desperezaba el verano.

Desde el Alto Mando de ocupación alemán en los Balcanes, por órdenes directas del Führer, desde su Cancillería de Berlín, los nazis alemanes se preparan junto a sus auxiliares y lacayos, los camisas negras fascistas italianos, los ustachi, tristemente famosos carniceros croatas, algunos búlgaros. Se apresuran ya para darles la estocada final a nuestros héroes, en lo que se vino a llamar a la postre, “La Quinta Ofensiva”.

Están perfectamente frescos y muy bien armados. Suman 123.000 hombres, cinco veces más que sus enemigos. Cuentan con el apoyo aéreo de 300 aviones de guerra, y avanzan a sangre y fuego, en círculos concéntricos, quemando y haciendo añicos todo lo que encuentra a su paso. Destruyen vidas y haciendas, queman pastos y aldeas, devastan Naturaleza y Cultura, todo cuanto pueda servir de apoyo o soporte, referencia o testimonio, anhelo o esperanza, para su odiado enemigo.

…………………….

Pero al igual que en la campaña anterior, en la Batalla del Río Neretva, la del Puente de Jablanica, una vez más… ¡ocurrió el milagro!. Los valientes, dejando atrás 7.000 muertos en el camino, lograron atravesar los cañones del Río Sutjeska, y replegarse hasta las montañas del Zelengora. La tenaza de hierro una vez más rota. Los verdugos, de nuevo otra vez burlados.

La batalla duró todo un mes y un día. Pero a veces las grandes batallas, los momentos cruciales de la Historia, se pueden resolver, o decantar, o inclinarse hacia uno de los lados, en dos minutos y por algo que pudiera parecer una tontería.

Josip Broz Tito, que ya se había curtido como un héroe en la guerra de España, en la defensa, codo con codo, hombro con hombro, de nuestros abuelos, había logrado cruzar con todo el Alto Mando Partizan, contra viento y marea, y a pesar de la cortina espesa del diluvio de fuego y metralla, los cañones del río Sutjeska.

Pero al salir hacia la carretera que cruza las montañas de los Alpes Dinares, en la dorsal que separa y a la vez comunica Herzegovina -arisco mundo mediterráneo- con Bosnia -brumosa y boscosa como Centroeuropa-…. Un grupo de 30 tanques alemanes ocupa toda la carretera y se dirige decididamente hacia ellos. No tienen escapatoria, ya están al descubierto, no queda lugar ya donde guarnecerse. La llama de la esperanza se apagó del todo en aquel instante.

El Mariscal Tito anotó en su diario: “Ese día comprendí que aquello era el fin. Que todo había terminado. Que allí iba a perder mi vida junto con todos mis sueños.”

Ocurre que unos días antes, Tito, como Comandante en Jefe, había ordenado enterrar bajo el suelo o también ocultar en cuevas en la montaña todo el armamento pesado y matar a todos los animales y cargar con toda la carne que pudieran, a fin de poder ser más veloces en la huida.

Pero dos guerrilleros, con cierta pinta de “catetos”, tenían demasiado cariño a su burro, y a un pequeño cañón que cargaban en él, guardado desde cualquiera sabe que antecesora guerra, y así a escondidas, decidieron desobedecer una y otra medida.

Justo estos cuatro personajes -burro, cañón y uno y otro campesino- desembocan en aquel momento, en aquel decisivo lugar, en aquella carretera del punto y final.

Nerviosos y hechos un flan, descargaron tan de prisa del burro, al cañoncito. Y de tan solo dos disparos, con tan buena fortuna, destrozaron a los dos primeros tanques.

Los otros 28 tanques nazis, ignorantes de que solamente se enfrentaban, a un burro, dos catetos y un cañón obsoleto, dieron medio vuelta y huyeron despavoridos.

Así se rompió el cerco, así se volvió a filtrar por aquel pasillo toda la Gran Columna, allí se salvaron el Mariscal Tito y todos sus generales. Allí renació Yugoslavia.


Imaginaos cuando el pasado viernes 21 de Febrero de 2020 recorrí en un microbús destartalado y lento, repleto de locales, todos esos lugares, por tan tortuosos caminos. Se me ponían la piel y la carne de gallina.

La nieve generosa, cubriendo con su manto las montañas grises. El verde de la hierba en parajes desiertos. Hoy día toda la comarca es Parque Nacional, y sobre el aire, la brisa esparce todavía los ecos de aquellas proezas. Los susurros de aquellas lágrimas, temores, esperanzas y esfuerzos.

CJ. Marzo 2020

-Bases y relatos recibidos-

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