SENTIDOS
de David Carmona Retamar
Antes de abrir la puerta de la calle se repite el mismo ritual: cambiar los zapatos a los que usas solo fuera de casa, te pones la mascarilla e introduces las manos en los guantes. El látex se pega como una segunda piel, asfixiando toda sensación táctil. Solo sientes el frío del material aséptico que estos días te brinda una falsa sensación de seguridad.
Sales de casa y a unos metros andados las manos empiezan a sudar como si una parte de tu cuerpo quisiera escapar de los guantes. Miras hacia abajo. Imaginas el interior del guante con esa película de sudor que separa la carne del látex. Desde fuera el color naranja de la piel se ha vuelto blanco y grisáceo, resaltando las líneas negras del bello y el blanco de las uñas se torna más oscuro. El olor en la calle es limpio, una mezcla de hierba mojada y recién cortada.
Las calles parecen avenidas más amplias y con más luz, con mas espacio para recorrer. Por una vez eres consciente de lo pequeño de tu cuerpo en la inmensidad del laberinto urbano.
Al pasar por la cafetería donde muchas tardes paras a merendar, recuerdas el sabor de la tarta de zanahoria y chocolate que tanto te gusta.
Llegas al supermercado y los sentidos se agudizan, el cuerpo se tensa y te mantienes en alerta en todo momento: guardar la distancia de seguridad, recordar todo lo que tienes que comprar, no desesperar si ves algún producto de primera necesidad agotado...
Vas cogiendo los artículos sin sentir ningún estímulo táctil; los guantes solo te permiten controlar la presión que haces sobre ellos. Pasas por caja y sales del super, te sacas la mascarilla para volver a oler algo, la calle, los árboles de la avenida, sentir los últimos rayos de la tarde en la cara hasta llegar a casa.
Cierras la puerta tras de tí. Te descalzas, dejas la compra, te sacas el látex como si mudaras la piel y te limpias las manos en el lavabo, con rabia, frotando tan fuerte que quedan coloradas y doloridas.
Te miras al espejo y te preguntas cuándo acabará esto.
En ese momento los aplausos rompen el silencio y lo invaden todo.
David Carmona Retamar-Bases y relatos recibidos-
