VACAS, CERDOS
de José Antonio Vasco Rodríguez
Desde que no tenemos vacas en casa para tomar la leche que necesitamos diariamente, ya nadie les pone nombre, ya nadie las trata con cariño, ya nada vale su abono porque están obligadas a convivir con su propia mierda, ya nadie les siembra lo que les tiene que sembrar, ya nadie las comprende porque nadie les habla. Ahora se les trata como borregos, a todas como un todo. Si no quieren entrar, palo; si no se les reconoce, placa en la oreja; si no hay hierba, pienso y paja; si no preñan, muerte.
Quién les iba a decir a ellas que se les tornaría tan contraria la relación con los cerdos que las cuidan o que dicen que las cuidan; con los cerdos que se las comen, que ya no saben lo que comen; con los cerdos que las quieren, que ya no saben lo que quieren. Pero esto realmente no es lo que más les entristece: “Lo que más nos apena es lo que nos ha chivado una cabra: `A nosotras nos tratan igual, y a las ovejas, y a los guarros, y a los pollos, y a los pavos, y a los peces’. ¡Ingratos, con todo lo que os damos!”.
Así que a las pobres se les ve deambular bajo esos techados alquilados de por vida, decepcionadas, confinadas, conscientes de que esto es el fin, y añorando aquel tiempo en que paseaban por los caminos y las casas, charlando con sus dueños y comiendo siempre lo mejor.
José Antonio Vasco Rodríguez-Bases y relatos recibidos-
