Asociación Científico-Cultural Cisco de Picón


Actividades
Realizadas lupa

Segundo Concurso de Relatos Breves

NOCHE OSCURA EN SIDI-IFNI
de Fernando Moreno Bardón

Sidi-Ifni, de Gaspar el Pinturillas
Sidi-Ifni, de Gaspar el Pinturillas

Este pequeño territorio africano, anexionado hace unas décadas a Marruecos, en cuyas playas se agitan violentas olas, se vivió una historia de amor y tragedia. Como me la contaron os la cuento, sin saber aún hoy si fue verdadera la historia, o fruto de la mente calenturienta por los efectos del hachís de aquel anciano moro.

Sentados sobre una gastada estera, con las piernas cruzadas y sendas pipas de hachís preparadas para su disfrute, comenzó aquel venerable anciano moro, de la siguiente manera.

«Tenia yo aún no cumplidos los diez y seis años, y ya pastoreaba un pequeño rebaño de quince ovejas, un camello hembra y su cría, toda la riqueza que poseían mis padres para alimentar a una numerosa familia. Ayudaba al sustento diario, un pequeño huerto donde a duras penas se recolectaba algún tomate y diversas verduras.»

«A pesar de lo precaria de nuestra situación, yo era un joven completamente feliz con mi trabajo, pero, sobre todo, con los encuentros de una preciosa pastora vecina llamada Aixa de quince primaveras, de una belleza deslumbrante.»

«Los días y los años pasaban con desesperante lentitud, yo deseando ser mayor para casarme con Aixa de la que seguía perdidamente enamorado, pero el destino, Alá o vuestro Dios, tenía dispuesto que nuestras vidas no completaran sus sueños», -continuó narrando con profunda amargura aquel anciano-.

«Un día, cumplidos ya los diez y ocho años, Aixa no apareció guardando su rebaño como de costumbre, y en su lugar apareció su hermano Omán para sorpresa y desesperación mía. La respuesta a mi pregunta que había ocurrido fue demoledora, su hermana Aixa, había entrado a trabajar como sirvienta con una familia de militares europeos.»

A partir de aquel momento de narración, las entrecortadas palabras de aquel anciano moro, apenas se entendían, la emoción de los recuerdos y los efectos del humo producido por las pipas de hachís, crearon una atmosfera de inquietud y misterio en aquel cuartucho, difícil de describir.

Sin apenas mirarme, ignorando por completo mi presencia, continuó entre sollozos narrando su historia.

«Aquel nefasto día, comprendí que algo había cambiado y para mal en mi vida, como así ocurrió. Durante mucho tiempo, intenté dar con su paradero, pero en vano, la residencia de los militares nos estaba vedada. Desesperado, una noche sin luna, de esas terribles y oscuras noches africanas, me deslicé entre las palmeras de los bien cuidados jardines del complejo residencial, con el firme deseo de encontrar a Aixa y huir con ella.»

En este momento de la narración, el anciano moro, con un grito desgarrador exclamó, “ Al-läh `akbar” (Alá es grande) aquella niña, continuó, aquella mujer a la que tanto amaba, la encontré en brazos de un joven oficial europeo y se me rompió el alma.» «Desesperado y sin saber qué hacía, saqué mi daga y los dejé sin vida.»

Después de una larga y tensa pausa, aquel anciano moro susurró. «Cuarenta años de prisión no mitigaron ni olvidaron aquella terrible imagen, en una oscura noche sin luna africana,» y con un hondo suspiro, exhalando la última bocanada de hachís de su pipa, se dio media vuelta y desapareció para siempre.

Fernando Moreno Bardón
Carmona 26/06/2021 día de la liberación de las mascarillas.



-Bases y relatos recibidos-

Sello