UNA BELLA HISTORIA DE RECICLAJE
de Luz Palacio González
-¿Qué haremos ahora con todas estas ropas? –preguntó mi madre, dejando translucir preocupación y tristeza.
Hacía aproximadamente un mes que había fallecido mi padre. Aquel armario estaba lleno de imágenes y de recuerdos. Resultaba muy difícil deshacerse de todo ese material cargado de nostalgia.
Después de varias sugerencias, que no nos convencieron a nadie, mi hermana dijo: yo me lo llevaré y ya pensaré qué hago con ello.
Descargados de la responsabilidad, quedamos tranquilos y a la espera de la solución que mi hermana daría a tan preciado legado.
Lo que voy a contar a continuación, de momento, os pondrá los pelos de punta, pero sólo al final del relato podréis opinar sobre lo acontecido.
Cuando el cargamento de ropas estuvo en casa de mi hermana empezó la más bella historia de reciclaje que jamás hayáis escuchado. Todas las prendas, absolutamente todas, desde los calzoncillos hasta los abrigos, pasando por corbatas, camisas y pijamas, fueron hechos tiras sin piedad, tanto la seda como la lana o el algodón.
Superada esta primera fase, que es la que a mí me produjo escalofríos, con aquella maraña de colores y diferentes texturas, mi hermana empezó a tejer. Aquí ponía lana, aquí algodón, ahora la bata de casa. A continuación un pañuelo o una corbata. Así se fueron configurando, una tras otra, unas bellísimas alfombras que serían un fantástico recuerdo para mi madre, para cada uno de mis hermanos y para algún nieto.
La solución emocionó a todos y conservamos en nuestras casas, junto a las cosas de uso cotidiano, este recuerdo tan entrañable.
Mi madre, sentada en el borde de su sillón orejero, observa atentamente la alfombra colocada a sus pies y, de repente, dice al que esté más cerca de ella: mira, señalando uno de los trozos de tela que configuran su alfombra, mira esa camisa no le gustaba nada a tu padre. Con lo guapo que estaba con ella…
Luz Palacio González-Bases y relatos recibidos-
