ECOTURISMO
de Varro
Este verano he estado en Beijing, lo que nosotros llamamos Pekín.
¡Qué viaje! Os lo recomiendo, de verdad. No he podido estar todo el tiempo que me hubiera gustado porque ando ahorrando para instalar paneles solares en casa y ser, por fin, autosuficiente. Siempre que llega este tiempo de descanso o vacaciones me asalta el mismo dilema, y es que yo sé que no es necesario viajar, que el viaje más importante es el que casi nadie se atreve a emprender, es decir, adentro de uno mismo, ¡qué le voy a hacer!, tengo este vicio de conocer lugares y personas de otras culturas. No todo va a ser la plaza de mi pueblo y el bar de la Saturnina.
La ciudad es maravillosa, tiene unos palacios ancestrales impresionantes y muy bien conservados. La Ciudad Prohibida, de la que dicen que para verla entera hace falta un día o incluso dos, yo la vi en un periquete; la Gran Muralla China o las tumbas de la Dinastía Ming son algunos lugares de imprescindible visita. Ponerte en el centro de la Plaza de Tiananmén y mirar en redondo ha sido sensacional, estaba repleta de gente aunque al ser tan enorme no se escuchaba a nadie. Es sabido que muchos de estos lugares representan y ensalzan la opresión, el autoritarismo y la barbarie, aunque como dice mi amigo Alberto que trabaja en la agencia TaT, (Tour and Travel), no es conveniente mezclar memoria y turismo. Por la noche se ilumina todo, parece de día de la cantidad de luz que hay. Seguro tienen unos huertos solares imponentes, porque todo lo que hacen es a lo grande y bien. En varios mercados y escaparates se podían conseguir tarántulas asadas, escorpiones fritos y serpientes en escabeche o algo parecido, pero he estado algo indispuesto estos días y no me entraban ni por el ojo.
Como buen internauta busqué mucha información para esta aventura y leí muchas noticias, una de ellas comentaba que el aire de Beijing es uno de los más contaminados del planeta, y qué queréis que os diga, al menos yo no he notado nada. Wikipedia también dice que la habitan unos veintidós millones de personas, sin embargo, en ningún momento he sentido agobio de muchedumbre ni atascos. He conocido también los barrios pobres, más extensos que los barrios caros, allí he visto a personas mayores de aspecto harapiento y niños que parecían felices, con sus moquitos colgando y sus pies descalzos. ¡Qué placer es viajar!
Hubiera seguido con la visita mucho más tiempo para conocerlo casi todo, de no ser porque una vez más me cortaron la luz eléctrica y se me acabó la batería del ordenador.
-Bases y relatos recibidos-
