UNA HISTORIA DEL ALZHEIMER
de Luz Palacio

Cuando salí de casa aquella mañana camino de la estación tuve la sensación de que se me olvidaba algo. Hice varios intentos para recordar, pero todo esfuerzo fue inútil.
Media hora después llegué a la estación del AVE y un cuarto de hora más tarde estaba dentro del tren que arrancaba puntualmente, como siempre, camino de Madrid.
Después de atender durante un ratito al espléndido paisaje verde de la temporada, me puse a resolver un sudoku. Era de nivel experto y llevaba intentando darle solución varios días.
Estuve a punto de quedarme dormida, pero me espabiló repentinamente un fuerte retortijón que se vio seguido por otro y varios más.
Hice un recorrido mental por todas las cosas que me había comido desde que me levanté aquella mañana: café, tostadas y una manzana.
Nada me hizo sospechar que estuviera sufriendo una gastroenteritis.
Tuve que suspender las investigaciones para salir corriendo a los servicios del tren. La estrechura del pasillo y las dificultades que tengo para moverme me hicieron llegar a mi destino algo más tarde de lo que hubiera sido deseable.
Si se tratara de un relato escatológico ampliaría detalles pero, teniendo en cuenta que se pueden herir susceptibilidades, me limitaré a contar que, de repente, me acordé de lo que sospechaba se me estaba olvidando cuando salía de casa. Y no era una sola cosa sino tres.
La primera, coger unas bragas de repuesto. La segunda, cagar antes de salir. Y la tercera cosa que se me olvidaba es que este incidente ya me había ocurrido alguna otra vez.
¡Puto alzheimer!
-Bases y relatos recibidos-
