SUCESO
de Alfonso Gámez

Tras aquello, todo cambió. El largo y fructífero periodo de discreta exploración en planetas lejanos a nuestra galaxia, que nos permitía disponer de un completo compendio de lugares que pudieran merecer nuestro interés -por sus recursos, mano de obra o por cuestiones estratégicas-, concluía.
Quizás habíamos ido demasiado lejos arriesgando la vida de nuestros exploradores. Visto con perspectiva, no dejaba de ser una temeridad que se mezclasen con los habitantes de aquellos mundos, por mucho que nuestro pueblo tenga, entre otras, la facultad del camuflaje, con tan buenos resultados hasta aquel desconcertante momento.
En las anteriores misiones se entregaba el informe, de manera ceremoniosa, de manos del explorador. Salvo aquella, en que la cápsula retornó de manera programada, pero sin nadie en su interior.
La historia es ya conocida, pero nos gusta repetirla para tratar de encontrar el justo sentido a cada una de las palabras recogidas en el diario de a bordo y, con ello, aportar luz al inquietante final.
Comparto el informe en este foro, confiando que la perspicacia y la sabiduría de los presentes puedan ayudar a desentrañar el misterio.
JORNADA 1
La llegada al planeta se realiza sin incidencias. El lugar elegido para la estancia resulta ser tan perfecto como se preveía. La enorme masa líquida, que rodea el punto de exploración, permite ocultar la cápsula y aproximarme sin ser visto.
Preparo el equipo mimético para pasar desapercibido en mi observación. Aunque he hecho esto cientos de veces durante los entrenamientos, nunca dejo de pensar: ¡qué seres tan amorfos son estos, que se hacen llamar terrícolas!
Espero que se oculte su estrella y me acerco a la zona sólida. Los cálculos previos han resultado ser perfectos. Su satélite está en la fase orbital óptima y, en oscuridad casi total, resulta muy sencillo emerger sin ser visto.
Mi primera incursión resulta algo desconcertante: la ausencia de luz parece que los excita. Esperaba encontrar poca actividad, pero resulta todo lo contrario. Hay centenares, miles de terrícolas, de un lado a otro, y en algunas zonas parecen concentrarse para algún tipo de intercambio de información o ritos de apareamiento. En cualquier caso, con un nivel de ruido totalmente ridículo e inaceptable. Mi primera impresión es que se trata de una civilización primitiva, con escaso interés.
No soporto más el ruido. Me molesta. Me molestan todos. Vuelvo a la cápsula. Si no fuera porque esperan mi informe, daba buen uso de mi cilindro de rayos gamma y acababa con estos odiosos seres.
JORNADA 2
Realizo una nueva ronda. A pesar de la repulsión que me siguen produciendo, hoy tengo el firme propósito de extraer información de valor.
Lo que encuentro resulta aún más sorprendente. Sigue la actividad frenética. Los modelizados de comportamiento parecen erróneos. Que conozca, no se había dado este caso anteriormente.
Hoy veo además de los seres antropomorfos, otros que no sé reconocer. Parecen animales u objetos, pero toscamente representados. En algunos casos, se agrupan por características similares. ¿Estoy en un lugar de avituallamiento o intercambio comercial interplanetario, como en los remotos planetas gemelos de Xinor? No teníamos constancia de que hubiera otro lugar como aquel en el Universo.
Decido acercarme a uno de esos grupos para tratar de averiguar algo. Espero que nuestro conocimiento del lenguaje sea suficiente. No quisiera ser descubierto a las primeras de cambio.
Si hay algo que puedo afirmar es que son comunicativos. Resulta ser un grupo que dice venir de un lugar llamado Badolatosa (ya buscaré a qué galaxia pertenece) y que van de árbitros. No dejan de utilizar un terrible artilugio llamado silbato.
Me preguntan si me animo a un canastita. Busco en mi repositorio de vocablos, esperando recibir un cesto pequeño, pero no. Se trata de un líquido ambarino en un recipiente pequeño. Observo un buen rato antes de atreverme a tomar un pequeño sorbo. No está mal. Incluso diría, que me gusta.
De vuelta a la cápsula siento un poco de calor, pero es una sensación agradable.
JORNADA 3
En esta ocasión decido tomar más riesgos, e imbuirme más en el bullicioso ambiente. Definitivamente, son seres de costumbres nocturnas, en contra de lo que suponíamos.
Me voy acercando, uno a uno, a los tumultos que se van formando. En el centro de ellos siempre hay alguien que canta, contando una historia. Me esfuerzo por entender lo que dicen, pero me doy cuenta de lo limitado de mi vocabulario. Tras mucho esfuerzo, empiezo a aprender nuevos vocablos, que nos podrán ayudar a la hora de un futuro contacto entre nuestras civilizaciones: caleta, bastinazo, holoturia, coñeta, kichi… /
Consigo ponerme en primera fila de un grupo que despierta mucha expectación. Todo el ruido que siempre me acompañaba ahora parece esfumarse. Me llega, no sabría decir de dónde, un vasito cuyo contenido reconozco: canastita!
En esta ocasión apuro el vaso y siento una euforia que me anima a aceptar otro.
Mientras tanto, cuentan una historia que entremezcla una mari, con un cayetano, y una cueva, que parece tener mucho éxito. Salvo entre dos señoras, que no dejan de llorar.
Empiezo a entrar en calor y se me va aclarando el entendimiento. Ya sé lo que es un cuplé, una chirigota, un estribillo, un cuarteto y una rumbita…
Me llega otro vasito, que agradezco con una sonrisa. Escucho con atención. ¡Qué bueno el cuplé del astronauta! ¡Como la vida misma! ¿Y los dos cuplecitos engarzados del niño con el móvil? ¡Buenísimo!
Sigo durante horas, dando vueltas a uno y otro lado, sin casi acordarme que tengo que volver antes de que amanezca. La última y me voy.
Mira qué mala suerte, que ahora me topo de bruces con un cuarteto. Parece de los buenos. Y lo es. No dejo de reírme con cada frase. Llevo veinte minutos en los que no se me ha borrado la sonrisa de la cara.
Definitivamente, muero con el Gago.
Y así, abruptamente, acaba el diario. Sin más pistas, sin más detalles. Solo una frase que nos hace temer lo peor.
Algunas teorías, se inclinan por el envenenamiento por canastita; en tanto que otras, por la abducción; otros se inclinan por la catarsis; los menos, por una sugestión hipnótica.
Lo que está claro, es que aquel lugar tiene mucho peligro…

-Bases y relatos recibidos-
