Asociación Científico-Cultural Cisco de Picón


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Tercer Concurso de Relatos Breves

UN PARATODO
de Luz Palacio

Un paratodo, de Berta Lefler Palacio
Un paratodo, de Berta Lefler Palacio

Se la compró madre. Como estaba de luto, la compró negra. Una fila de discretos botones le daba un ligerísimo estilo unisex. Sólo se la pondría en las grandes ocasiones y en muy selectos compromisos sociales, véase entierros, alguna boda y poco más.

No, no era para todos los días, pero sí era para todos los miembros de la familia: mi madre, mi hermano y yo. Vivíamos los duros años de la posguerra y lo más dramático no es que tuviéramos que compartir una chaqueta; lo peor es que, muchas veces, teníamos que compartir un huevo para la cena.

Lo de la chaqueta lo utilizamos en mi familia para poner un poco de humor a los recuerdos de aquella época.

Mi hermano, el hombre de la casa después de mi madre, era barbero y músico. Por su segunda profesión en bastantes ocasiones tenía que usar la chaqueta, la cual, por arte de magia y con la habilidad de mi madre, se convertía en una elegante prenda bien masculina. Se me ha olvidado decir que mi madre era aparadora y que, además de hacer alpargatas, reparaba y hacía milagros. Era capaz de conseguir vino sin tener ni siquiera agua.

La tercera usuaria de la chaqueta era yo. Cuando en fiestas significadas, como el día del patrón o fin de año, por ejemplo, me concedían el privilegio de usar la prenda familiar, yo, en un ataque de coquetería, cambiaba los discretos botones negros por otros que brillaban como si fueran de oro y piedras preciosas.

Durante no pocos años estuvimos con este trasiego de pon y quita y de quita y pon.

Me gusta contar esta anécdota de mi vida que, lejos de dejarme un mal recuerdo, me permite pensar con ternura y con humor en esos tiempos que fueron los siempre fugaces años de la juventud.




-Bases y relatos recibidos-

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