Y EL VERBO NO SE HIZO CARNE
de Marujita, la brujita
Llegó a mí como una brisa fresca inundada de magia, susurro acallado y sonriente picardía saltarina y juguetona que sabía a seducción. Comenzamos con miradas y breves palabras que tejían hermosos excitantes e ingeniosos vocablos, desvelando con lentitud y suavidad los enigmas escondidos.
Los días pasaban lentamente….
La comunicación por imperativo de una singular situación pandémica se mudó a fuentes más virtuales. Aún así, nos divertíamos, sonreíamos y seguíamos con audacia y humor; buscando, suponiendo y adivinando mientras la cadencia de las conversaciones a través de la telefonía surgían sin calendario.
A veces, nos encadenábamos en un juego de palabras que despertaban emociones cálidas, frases en las que una oleada de rubor recorría mi cuerpo. En otras ocasiones, una poesía nocturna me llevaba a dormir y soñar con las mil y una noches y así se iban enredando las horas y los días de ansias añorantes, de mensajes y llamadas.
Cuando en ocasiones su voz se escuchaba sintonizada y cercana, imaginaba caricias correspondidas mientras tejíamos mariposas, gavetas, esperas y olíamos jazmines recién cortados.
Tanta belleza me encendía de pasión nocturna. La dulzura de su voz poética, me conquistaba, me transportaba. Emitía una fragancia que envolvía mi cuerpo en un baño de belleza. El almizcle de su voz se derretía por mi cuerpo devolviéndole esa fragancia sensual y aromática. A veces copulábamos con las palabras, las entonaciones.
¡Que momentos más bellos y juguetones se perdían entre las ondas inalámbrica!
Y ahora que hacer ¿cómo concretar y hacer carnal los juegos, las caricias, los olores?
Una insinuada cita por parte de él no llego a destino. El miedo se asomó y detuvo a la poesía. Un reclamo de mayor acercamiento brotó por mi parte y en ese instante las palabras abrieron un abismo de silencios y dejaron que se perdiese en la quimera el encuentro profundo y el contacto piel a piel.
-Bases y relatos recibidos-
