ANUDADOS
de Juan Silva Sánchez

Hoy parece que ella tiene la voz todavía más dulce que ayer. Como fruta madura que incrementa su nivel de fructosa.
Hoy, al despertarla y oír su voz, recordé aquellas lejanas mañanas de mi niñez. Sus manos acariciaban mi frente mientras un olor intenso a Cola Cao invadía la habitación. Susurrando mi nombre, me animaba a levantarme. Con los ojos pegados, deambulando, me dirigía a la mesa donde me esperaba un pan con aceite y azúcar junto a la taza de leche disfrazada de chocolate.
Tras el desayuno, venían esos frenéticos minutos en los que sus manos me vestían. Después, la retahíla completa de instrucciones sobre mi aseo personal y al colegio.
Aún recuerdo su voz mientras anudaba los cordones de mis zapatos. Ahora soy yo quien, cada mañana, tiene que atar los suyos.
Juan Silva Sánchez
-Bases y relatos recibidos-
