NARCISO SIEMPRE ESTÁ ALLÍ,
de Nora Graciela Casalanga
Hacienda me reclama una deuda, que no sé de donde viene y el corazón se me acelera
Mi marido me reclama más cariño, justo en los momentos donde mi cabeza y mi corazón está por otros lados, otros mundos, aunque el amor sigue estando y la chispa sigue viva
Mi hijo me reclama un trompo…
Mi jefe que tenga los informes al día, que hay que presentarlos a la Junta
Mi amiga me reclama tiempo que no tengo y una charla café de por medio para contarme como va su vida, cuál es su nuevo amor
El frutero me reclama que traiga bolsa de tela porque ellos dan de plástico, pero contamina mucho, justo llega ese reclamo el día que dejé la bolsa reciclable sobre la encimera
Leonardo Padura me reclama que termine de leer su libro “Personas Decentes” que voy moviendo de aquí para allá
El ordenador me reclama que le pase el antivirus
El móvil que actualice las apps, las y los amigos que te escriben un wasap y como no le contestas a la velocidad de la luz te dejan signos de interrogación y la ira se apodera de mí, YouTube me reclama que me pase a Premium, el perro que lo saque a pasear, mi hija que le haga la comida, mi ginecóloga que me haga la citología y siguen las reclamaciones que llegan en forma de notificación, ladridos, voces, imágenes, y continúan hasta que escucho a mi cuerpo….
Me reclama que lo atienda, que libere mi cabeza, que afloje tensiones, que disfrute en soledad… y es allí cuando recuerdo que está Narciso, él está guardado en un cajón, pero no olvidado, sabe hacerme evadir de los problemas, de la congoja, aunque solo sea por un momento, ese único momento en que estamos juntos y me eleva a el cielo y al infierno (aunque no crea en ninguna religión) y ¡Guau!
Narciso (le puse este nombre, no sé porque) no habla, no abraza, no pide, eso sí de vez en cuando reclama que lo cargue a un puerto USB.
Nora Graciela Casalanga
-Bases y relatos recibidos-
