AEDEAGUS, EL SEXO DE LAS HORMIGAS
de Paco Aragón
Día de lluvia y lunes. Sobre la mesa un vaso con agua, naturaleza muerta. Trato de imaginar su lado más animado.
- No es un vaso con agua, contiene cerveza fresquita – Me repito esta sintonía varias veces con la idea de cambiar la realidad por una poética de lo real, cuando me doy cuenta de que una hormiga se pasea por el borde del vaso. Me desconcierta su parsimonia.
- La lentitud vuelve a ser revolucionaria - Me dice.
- ¡Una hormiga que habla!
- Soy un hormigo.
- Venga ya, enséñame tu pene.
- Los hormigos no tenemos, lo nuestro se llama aedeagus.
- Enséñamelo.
La dura mirada del hormigo me incomoda.
-Parece mentira - pienso - que una cosa tan chiquitina tenga cerebro, un corazón que late, hígados y riñones y hasta un pene para hacer el amor.
- Que no es un pene, es un aedeagus.
- Me has leído el pensamiento. ¡Que pasada!
- Los Humanos tenéis el vicio de menospreciar al resto de las especies.
- ¿Aedeagus? no te mueva voy a buscar su significado en el ordenador.
- La modernidad consiste en lanzarse de cabeza a la Wikipedia - le escucho decir.
Cuando vuelvo mi hijo se está bebiendo el agua.
- ¿Qué haces?
- Bebo agua.
- ¿Y la hormiga?
- ¿Qué hormiga?
- El hormigo.
Deja el vaso en la mesa y se va murmurando.
- Empiezas a preocuparme papa.
Con la yema de mi dedo índice hago círculos sobre el borde del vaso. Una cristalina voz resuena en la estancia.
- Aedeagus, aedeagus, aedeagus. La melodía de lo real.
Mi hijo se asoma al dintel de la puerta.
- Papa no te olvides de poner saldo en mi móvil. La disonancia de la cruda realidad.
Paco Aragón
-Bases y relatos recibidos-
