BILLETE DE IDA,
de El Gato Benito
Una mañana un fuerte dolor mezclado con ahogo me anunciaba el fin. Lo último que escuché fue un pitido continuo y agudo que no cesó hasta que la enfermera apagó la máquina. Todo había terminado.
Nacemos con un billete de ida sin saber cuándo lo utilizaremos ni a donde nos llevará. Esa mañana en aquella fría sala de hospital empecé a hacer uso de mi billete.
No me sumergí en una profunda oscuridad en donde al final había una luz que me atraía, no vi a mis queridos difuntos esperándome, no vi ninguna barca. En realidad los sentidos habían desaparecido. Sólo un dolor profundo, pero no un dolor físico, pues ya no tenía conciencia de mi cuerpo, era más bien un dolor ancestral aderezado con mucho miedo como sí el peso de toda la humanidad me hubiera caído encima y me empujaba a seguir en mi viaje, mi único motor eran los sentimientos. Esos mismos sentimientos formaban un remolino de sensaciones que me traían y llevaban como una bola de acero que rebotaba de un lado a otro de esas máquinas que había en los bares. Aquel remolino empezó con una gran incertidumbre que se bifurcaba en sentidos opuestos; la ira pisaba a la misericordia, la angustia se enredaba con el placer, el amor se confundía con el odio... Y así pasé por todos ellos, como si ellos tuvieran que confluir en mí produciéndome un estado de efervescencia y agitación. Cuando todos estos sentimientos llegaron al punto más álgido se fundieron en uno solo, entré en una especie de letargo donde pude sentir mucha paz que me hizo realmente feliz.
Me despertó de esa abstracción una gran necesidad de búsqueda, que cautelosa pero con ilusión, me empujaba a seguir adelante. En esa búsqueda infatigable una sensación apenas imperceptible al principio iba irradiándose poco a poco en mí hasta ocuparlo todo, sentí un calorcito placentero y me hice muy poquita cosa mecida por un líquido confortable acompasado por un latido rítmico que de nuevo me hacía tomar conciencia de mi frágil cuerpo, los sentimientos se mezclaron con los sentidos en una unión perfecta y con una agudísima y nueva sensibilidad comprendí que mi búsqueda había terminado, mi viaje había llegado a su destino.
El Gato Benito
-Bases y relatos recibidos-
