AMO YOUR VERDES EYES,
de Andrei Frascarelli
Era por las cruces de mayo y estábamos sentados en un banco después de que pasara la procesión. El suelo estaba lleno de pétalos y envoltorios.
Nos encontrábamos hablando, o más bien hablaba yo, cuando se me ocurrió cogerle la mano. Pensé para mí: “ahora, muchacho, no puedes dejar de hablar” y fue aquí cuando ocurrió algo asombroso. Yo, que estaba a punto de suspender idiomas en el instituto, de repente comencé a hablar un inglés perfecto, creo que con acento de Oxford, pero no puedo asegurarlo. El caso es que ella empezó a reírse creyendo que le estaba gastando una broma, los dos estábamos fritos en inglés. Pero yo no podía explicarle qué es lo que ocurría. Le solté la mano y el castellano regresó. Le dije que yo estaba igual de sorprendido que ella y que, por favor, no me tomara por un bicho raro, que me gustaba de verdad.
Probamos un par de veces más a cogernos de la mano y el efecto seguía siendo el mismo, únicamente si la acariciaba por encima del vello del brazo, me salía un spanglish o llanito, donde alcanzaba a decirle cosas como: "amo your verdes eyes, Elvira”. Ella, de natural previsora, me comentó que, si esto iba a ser así siempre, íbamos a tener un problema cuando hiciéramos el amor.
Y no le faltaba razón, la primera vez que lo hicimos le recité un poema de Robert Frost donde comparaba su cuerpo con un campo de avellanos y la segunda no fue mucho mejor, porque no pude dejar de recitar sonetos de Shakespeare y, si había algo que Elvira y yo odiábamos, era la poesía inglesa del siglo XVI. Estuvimos así todo el verano, follando e intentando traducir versos de Auden y de Wallace Stevens.
Cuando llegó septiembre ambos sabíamos que había llegado el final de nuestra extraña historia. Nos vimos después de los exámenes de recuperación, ambos aprobamos claro: notable y notable alto.
Fuimos a tomar una cerveza y nos sentamos a medio metro de distancia para poder entendernos al hablar y dar por concluido lo nuestro.
Antes de despedirnos nos abrazamos y le dije al oído: “I love with so much of my heart that none is left to protest”*. Después nos separamos, llorando cada uno por su parte, un poco, tampoco demasiado.
*Te amo con tanto de mi corazón que no me queda nada para protestar. William Shakespeare (Mucho ruido y pocas nueces)
Andrei Frascarelli
-Bases y relatos recibidos-
